
Al contrario de lo que suele pensarse, es perfectamente posible corregir los errores en la acuarela. Incluso las causas perdidas pueden salvarse gracias a algunas técnicas, a veces un poco radicales.
Al contrario de lo que suele pensarse, es perfectamente posible corregir los errores en la acuarela. Incluso las causas perdidas pueden salvarse gracias a algunas técnicas, a veces un poco radicales.
La acuarela es un procedimiento imprevisible, sobre todo para los principiantes. Por lo tanto, hay que aprender a tratar los imprevistos, integrándolos en la composición o corrigiéndolos. Los más frecuentes son:
Los derrames:
Las aureolas: absorbe el exceso de agua con una esponja, luego seca con un pañuelo de papel o un paño.
Los contornos: para suavizar un contorno demasiado marcado, humedece un bastoncillo de algodón y atenúa el trazado.
Los pequeños errores: ocúltalos con pintura opaca (gouache o acrílica blanca), déjala secar y pinta de nuevo sobre ella.
¿Ninguno de estos métodos funciona? Te quedan dos soluciones:
Rascar la pintura seca: retira la pintura absorbida por el papel (mancha, derrame) rascando con un trozo de papel de lija fino (si es una superficie grande) o con un cúter (zonas pequeñas). Alisa las rugosidades con un paño en algodón y retira las pelusas antes de volver a pintar.
Recortar la zona con problemas: esta medida es extrema y sólo debe adoptarse en último recurso. Delimita la zona a recortar con un lápiz, córtala con el cúter y luego pega un pedazo de papel por el dorso para colmar el espacio. ¡Cuidado!: esta técnica no funciona si el papel es demasiado grueso (superior a los 300 g) ya que la demarcación entre las dos hojas es demasiado visible.