El pastel y la pintura se asocian para componer obras ricas, intensificadas por las cualidades plásticas de cada medio.
El pastel y la pintura se asocian para componer obras ricas, intensificadas por las cualidades plásticas de cada medio.
Aplicada en primer lugar, la acuarela, el gouache o incluso al pintura acrílica, permiten extender rápidamente los fondos o zonas planas, sobre las que se aplicará luego el pastel seco.
Si se utiliza como toque final y en lavis, una pintura al agua suaviza el pastel seco.
Pintura y pastel al óleo se mezclan idealmente en todas las etapas de la elaboración de una obra.
Tensa previamente una hoja de papel resistente al agua, por ejemplo, destinada a la acuarela.
Trabaja preferentemente la pintura diluida, en aguadas ligeras.
Realiza un fondo uniforme, o esboza en color las principales masas.
Puedes continuar trabajando con pintura tanto tiempo como quieras, hasta reservar el pastel para la finalización de los detalles.
Deja secar completamente antes de utilizar el pastel.
También puedes aplicar los pasteles secos sobre el papel todavía húmedo. Esta técnica delicada permite obtener trazos de un bonito aspecto aterciopelado.
Aplica ligeros lavis con pintura sobre los trazos de pastel para extender y suavizar los colores, o difuminar los contornos.
Crea auténticos empastes alternando capas de pastel y de gouache, por ejemplo.
Una obra al óleo puede trabajarse con pastel antes de que esté seca.
Utiliza el pastel para reforzar los volúmenes, añadir sombras o aplicar toques de luz. El contraste de texturas (la linealidad de los trazos de pastel opuesta a la irregularidad de las pinceladas) aporta mucha fuerza a una obra.