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El pastel en tres etapas ineludibles

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Del croquis rápido hasta la obra refinada, trabajada en los más mínimos detalles, el pastel autoriza todas las interpretaciones. Con la condición de proceder por orden.

1. Empezar bien: una espontaneidad calculada

  • Aunque la inspiración suele nacer de una idea luminosa, saldrás ganando si dedicas algunos minutos a imaginar tu futura obra. Esto te permitirá especialmente elegir bien el papel: textura, color, valor añadido potencial de un fondo personalizado, etc.
  • A continuación, esboza por lo menos las grandes masas con carboncillo ligero o pastel cuadrado (también denominado pastel seco "duro"), sin olvidar las sombras de los elementos que componen el tema.

2. De las zonas de color hasta los detalles más finos

  • Empieza coloreando ligeramente las formas principales con la arista de un pastel cuadrado. Así tendrás una idea general del equilibrio de las masas y las tonalidades.
     
  • A continuación, aplica el color más generosamente con pastel blando (el color será más denso).
  • Funde y difumina progresivamente los colores, superpón las capas para densificar los tonos.
  • Introduce los elementos secundarios, los primeros planos eventuales.
  • Trabaja los volúmenes de los distintos temas, añade los detalles.
  • Finaliza tu obra acentuando los contrastes, con toques de pastel oscuro o blanco.

Truco: Organizar la aplicación de los colores

Esfuérzate, por lo menos al principio, por conseguir que todas las zonas de tu trabajo avancen al mismo ritmo. Sin duda, tendrás la impresión de manipular mucho los pasteles y no obtener resultados concretos, pero seguro que acabas componiendo una obra coherente.

En el caso de los pasteles al óleo

  • Trabaja mediante superposiciones de colores en capas gruesas, tras un esbozo realizado con grandes trazos oblicuos. Al contrario del pastel seco, el papel no se satura.
  • Acostúmbrate a definir las grandes masas antes de añadir los detalles.

3. Sombras y resaltos: ¿cómo dar vida?

Del mismo modo que el paisaje más bello puede parecer soso un día de lluvia, las sombras y los toques de luz (denominados "resaltos") darán vida a tu obra y acentuarán los volúmenes de tus temas.
 

  • El sombreado se realiza con tonos oscuros, eventualmente con carboncillo. Éste tiene dos vocaciones: "colocar" un tema, dibujando una sombra en el lado opuesto de la supuesta fuente de luz, y modelar los relieves en consecuencia.
     
  • Los resaltos suelen ser toques de pastel blanco: aplicados ligera o firmemente, se tiñen en contacto con los colores ya presentes creando una luminosidad armoniosa. Para evitar cualquier contaminación de otros pigmentos, aplica los resaltos al final.

En la práctica: Trabajar los relieves

Con ocasión de un paseo al aire libre, observa la influencia del sol en los colores y en los relieves del paisaje. Cierra un poco los ojos para diferenciar la luminosidad de las partes iluminadas y el aspecto más apagado de las zonas situadas a la sombra.

Practica en casa situando un objeto o una fruta sobre una mesa y colocando una lámpara encendida a un lado:

  • Dibuja los grandes trazos del tema, aplica un color plano y uniforme.
  • Reproduce su sombra tal y como la ves.
  • Raya en blanco la cara iluminada, y en negro la situada en la parte opuesta de la fuente luminosa. Con pocas líneas ¡el volumen se impone!