Contexto
Durante los años 80, en Nueva York, la cultura alternativa se expresó al margen de las galerías y los museos, y se prodigó por las calles, los almacenes o el metro. En esta abundancia underground, Keith Haring conoce a Kenny Scharf y a Jean-Michel Basquiat, dos artistas neoyorquinos con quien entablará amistad.
A la vez, Haring organiza y participa en dos exposiciones o performances en un lugar mítico de la vanguardia: el Club 57.
Todavía en los años 80, los grafitis empezaron a invadir los muros de las ciudades y Haring se dejó llevar por la tentación y dejó su huella de tiza blanca en los muros negros del metro de Nueva York. Así nacieron sus famosos subway drawings.
En 1986, aprovechando su creciente popularidad, Haring abrió una tienda de productos derivados de sus obras. Una iniciativa que no gustó a todo el mundo, excepto a Andy Warhol, su mentor absoluto.
De la iniciativa a la realización
El trabajo de Keith Haring, muy próximo al pictograma en cuanto al grafismo, sigue siendo perfecto para tratar con los alumnos las nociones de movimiento, cuerpo y espacio.